Corre el rumor, tras un comentario de Alan Greenspan (anterior presidente de la Reserva Federal) de una posible vuelta al Patrón Oro. Pero son ganas de resucitar un muerto (no por el señor Greenspan, que sigue vivo a Dios gracias, sino del “sistema oro”).
El Patrón Oro cumplió su cometido, y no lo hizo mal mientras duró. El siglo XIX marca su inicio (anteriormente solo existía un modelo de relación plata-oro ideado y establecido por Newton). La época dorada del mismo, su apogeo, fue desde 1872 hasta 1914. La Primera Guerra Mundial constituyó una catástrofe que además de millones de vidas humanas (militares y civiles) acabó con el modelo de sistema financiero internacional vigente hasta entonces. La “convivencia” en Europa saltó por los aires y con ella el sistema de pagos que engrasaba el motor del comercio internacional.
Sabido es, que a pesar del intento de la Conferencia de Génova en 1922 y su Patrón Cambio Oro (Gold Exchange Standard) donde las monedas de referencia intermedias se fijaron en el Dólar Americano y la Libra Esterlina, el sistema estaba en vigilancia permanente.
Las pretensiones de Churchill de querer recuperar el prestigio de la Libra de antes de la Gran Guerra y con ella la posición de dominio del sistema financiero de entonces, eran contraproducentes e incompatibles con el Patrón Oro. El mundo en 1925 no era el mismo que el de antes de la guerra. Keynes le avisó, pero éste no hizo caso, y restableció el patrón oro en dicha fecha, a un cambio de 3 libras y 17 chelines la onza de oro. Más tarde confesaría que fue el mayor error de su vida. La tozuda realidad de que no funcionaba hizo que finalmente, y para siempre, Gran Bretaña lo abandonara en 1931.
El resto de la Historia es también conocida. En los acuerdos de Bretton Woods, Keynes propuso crear una nueva moneda, el “Bancor”, que no prosperó, y finalmente se adoptó el Patrón Dólar, moneda de referencia respaldada en oro para las transacciones internacionales habida cuenta de que las cámaras acorazadas de Fort Knox estaban a rebosar tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Todo el mundo debía a USA ingentes cantidades de dinero. Alemania debía a Gran Bretaña, Francia y el resto de países vencedores, y estos a USA, que no podían pagar si previamente Alemania no les pagaba a ellos. Una “corriente circular” de la renta que se había paralizado y cuyo circuito cerrado de movimiento solo podía ponerse en marcha si los propios Estados Unidos ayudaban, apoyando a Alemania, en una especie de sorprendente “USA se paga a sí misma a través de Alemania”. Pero funcionó. En todo caso, la primacía americana era ya incuestionable, Gran Bretaña había cedido su liderazgo a una América que se había beneficiado de dos guerras en las que la separaba de los agresores dos océanos, con las fábricas y ciudades intactas, sin haber recibido afortunadamente una sola bomba en terreno propio (excepción hecha de Pearl Harbour) y con los mejores científicos en suelo patrio. Cierto es que, a cambio, por desgracia, se pagó el inevitable coste de vidas humanas en los campos de batalla de Europa y del Pacífico.
El periodo 1944-1971 dio paso a los llamados “30 maravillosos años”. La Guerra de Vietnam y su inflación, y el déficit comercial de Los Estados Unidos, llevaron a Nixon a suspender el Patrón Oro (Dólar) en 1971.
El modelo ideado por David Hume, donde defendía, como todo economista “clásico” el equilibrio natural del mercado (1752), y luego su “modificado” de la Comisión Cunliffe utilizando los Bancos Centrales para anticiparse al control de la oferta monetaria y los precios, había sido un paradigma hasta que todo saltó por los aires en 1914.
¿Podía alguien pensar que el asesinato en Sarajevo del heredero al imperio austro-húngaro iba a llegar a tener las consecuencias que tuvo?
La Historia demuestra que un importante hecho en un lugar sin mucho peso puede ser como encender una llama en un polvorín. En economía hay muchos polvorines, por lo que hay que tener mucho cuidado con las llamas que se encienden, por pequeñas que parezcan, porque si Murphy existe, el “multiplicador” también.
Hablaremos de ello en el siguiente capítulo.
14 de septiembre de 2021
Francisco Miguel Fuentes Gallego
(socio director de MAG AUDITORES SLP)
Madrid.