UNA SUGERENCIA EN EL CAMPO DE LA ORTODOXIA ECONOMICA: QUE LOS BALANCES DE LAS EMPRESAS EMPIECEN A INCLUIR (SI AUDITADOS, MEJOR) MEDIDAS QUE LES AYUDEN A MANTENERSE CUANDO TODO SE HUNDA DE NUEVO.

(parte 1)

Situación actual.

Nos encontramos inmersos en un modelo de crecimiento muy arriesgado. Hemos vendido nuestro alma al Diablo por mor de un crecimiento a toda costa que nos aleje de las altas tasas de paro que sufrimos y que garantice al mismo tiempo todas las promesas del llamado Estado de Bienestar (¿por qué nadie habla del “Estado del Bienser”), todo ello sin inflación, sin deflación, sin querer bajar impuestos, sin querer subirlos… y todo a la vez no puede ser.

Los deportistas que quieren aumentar su masa muscular o su rendimiento por encima del crecimiento normal según su constitución y metabolismo recurren a anabolizantes de los que saben que a largo plazo (a veces no tan largo) terminan por pasarles factura. Pues bien, como hemos olvidado las cuatro cosas básicas que la Economía nos enseña, y como no aprendemos de los errores, algunos muy recientes, volveremos a caer enfermos, y esta vez puede ser que “gravemente enfermos”. Vamos por partes.

Si algo define el modelo de crecimiento actual es el de un endeudamiento público desorbitado y unos tipos de interés a “tipo cero” (a veces incluso negativos).

En el año 2007 España debía algo más de 380.000 millones de euros, lo que representaba un 36% del PIB, la semana pasada (segunda semana de julio de 2017) el Banco de España situaba dicha deuda en 1.124 billones de euros (billones europeos, es decir, un millón un millón de veces, más 124.000 millones de euros) lo que supone nada más y nada menos que el 100% del PIB. Todo lo que somos capaces de producir como nación en un año (exportaciones menos importaciones incluidas) lo debemos. Para pagar nuestras deudas tendríamos que poner encima de la mesa un paquete de un millón de euros cada uno, un millón de veces, y añadirle 124.000 paquetes adicionales de un millón, para poder pagar esa deuda, que incluye principal más intereses.

Es como si una familia dedicara todo lo que gana un año entero, a pagar sus deudas, por el ritmo de vida que ha llevado hasta el momento. Todo ello sin dedicar recursos a su propio sostenimiento como el colegio, la comida, el trasporte…Esto da una idea de lo gigantesco de la deuda. Es imposible proceder de esta  manera sin que tenga consecuencias negativas. No se puede mantener la situación actual de manera indefinida, simplemente porque no va a haber tiempo. La siguiente crisis se echará encima, y de nuevo, como siempre, no estaremos preparados para ella, con el agravante de que nos cogerá menos preparados (más endeudados) que antes.

Es lo que tiene el  olvido de la ortodoxia económica. Los incautos se creen todo lo que los “profesionales” les cuentan, sin advertir que muchas de sus opiniones están sesgadas y sirven a intereses que no son precisamente los de la Verdad y la Justicia, sino los suyos propios o de las entidades para las que trabajan.

Actualmente la deuda en porcentaje sobre el PIB es del 237% en Japón, del 179% en Grecia, del 130% en Italia y Portugal, del 105% en USA, Francia del 96%, Reino Unido del 89,3%, Alemania del 68,3 %, Dinamarca del 31% y Noruega del 27%. Como vemos no todos vamos a estar equidistantes de la línea de salida cuando toque el “sálvese el que pueda”. La pregunta que tenemos que hacernos es, “si vienen dificultades ¿Qué es mejor? ¿Estar muy endeudados, o no estarlo o que este endeudamiento sea muy bajo? Trasladado al ámbito familiar, (el Estado, la Nación, no es sino una gran familia); si me quedo sin trabajo ¿Qué es mejor, tener dinero en el banco y no tener deudas, o no tener dinero del que echar mano y deber a terceros con el riesgo de perder mi vivienda etc? No hace falta estudiar Economía para responder a esta pregunta, basta un poco de sentido común.

Nuestra ciencia, la Economía, se encarga de aplicar recursos ESCASOS  a necesidades INFINITAS. Todo un reto. Apasionante: mejores escuelas, mejores carreteras, mejores instalaciones de todo tipo, mejor medicina y servicios sociales, mejores industrias no contaminantes y más eficientes, mejores recursos para el sistema judicial…y así hasta el más lejano de los límites…pero con recursos que hay que sacar de algún sitio, porque no es como el aire, que lo hay en abundancia (por el momento). Recursos por los que hay que pagar para tenerlos. Si es dinero lo que pedimos, el coste es el interés que nos cobren. Si es el Estado quien quiere gastar o invertir más, o pide igualmente prestado o hay que detraerlo (confiscarlo dirían con acierto algunos) de los bolsillos de los contribuyentes. Los costes existen, son reales, limitan, obligan a optimizarlos. Hasta que lleguemos al Paraíso, habrá costes (no sé, lo mismo allí hay algún tipo de coste, pero no creo que sea “económico” sino de otro tipo que soy incapaz de poder de imaginar).

Conviene que estemos alerta, quizás las cosas tal y como están, tienen mucho más riesgo de lo que parece.

¿El dinero barato, casi o del todo “regalado”, realmente conviene? Desde luego a los ahorradores no (sí, ha leído bien, “ahorradores”, esa especie en vías de extinción, pero que alimenta todo el circuito de la producción y el consumo, ¿recordamos de los libros de texto de economía el famoso circuito: DINERO-MERCANCÍAS-DINERO?)

El tipo oficial del dinero estaba en la primavera de 2008, unos meses antes el colapso de Lehman Brothers en USA, en el 4,25%. En enero de 2016 estaba en el 0,005%. Para un ahorrador, ésta pérdida de rentabilidad ha supuesto una caída del 98,98% en sólo siete años (“Los últimos días” Inversión Global Ediciones 2016, entre otros). Con este incentivo al ahorro ¿Quién quiere ahorrar? ¿Quién se abstiene del consumo presente por consumo futuro?

El modelo actual propugna un mayor endeudamiento, tanto para empresas, como para personas y para el gobierno (los 3 grandes agentes económicos) y se está financiando casi a coste cero, pero, ¿Qué pasaría si en un momento determinado se rompiera esta tendencia a endeudarse, por miedo a una crisis, por miedo a quedarse sin empleo…por miedo al miedo?. Cabe preguntarse si este modelo de crecimiento rápido a toda costa, no esconde el mismo riesgo que el del culturista que toma anabolizantes para acelerar su masa muscular más allá del crecimiento natural y ordenado que marca su propio metabolismo.

¿Nos están engañando? ¿Nos están contando toda la verdad?

Desconfiad de los economistas, que son muy buenos prediciendo el pasado. Aplicad el sentido común, el que nos ha llevado a la civilización, y alejaos de los vendedores de “topicazos” que juegan siempre con el dinero ajeno.

Poned en marcha, siempre, para todas las decisiones económicas que debáis llevar a cabo el llamado “Principio de Prudencia (hasta hace poco, el principio contable que prevalecía, en caso de conflicto, frente  a todos los demás).  Y sobre todo, por encima de todo, si el producto que os quieren vender (financiero o no, híbrido o simple, con denominación “a la española” como; “depósito”, “cuenta corriente”…o a “la sajona”; “swaps”, “killers” “options”…) no lo entendéis; ¡¡no lo compréis!!. Nunca más toméis por “preferente” algo que simplemente NO lo es. Está en juego vuestro bolsillo, vuestro dinero, el colegio de vuestros hijos, vuestras vacaciones, vuestra casa…en definitiva: vuestra vida.

CONTINUARÁ (porque todavía queda mucho por decir)

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